jueves, 9 de abril de 2009

Martes 24/03/09 (Taheroud Kem-Kem-Chegaga) 230 Kms








Esta mañana la ruta ha discurrido por unos parajes impresionantes, pistas inmensamente amplias y súper rápidas en la que podíamos circular todos en paralelo. A media mañana y tras sobrepasar un cuartel militar (estamos bordeando la frontera con Argelia) paramos ante un pozo y a la sombra de unas palmeras esperamos a que llegue el coche de apoyo.
Seguimos la ruta y a las pocas horas llegamos a Tagounite donde paramos en un bar situado en un lugar visible para que el coche de apoyo no pase de largo, El coche tarda una hora en llegar y cuando lo hace decidimos comer allí mismo. Este pueblo situado muy al sur nos causo impresión por el estado de indigencia de los niños que al vernos comer nos miraban con cara de no haber probado bocado en varios días. Antes de irnos, compramos un par de kilos de manzanas que repartimos entre ellos y que nos arrancan de las manos.
La tarde tampoco la olvidaré fácilmente, Sahl ha decidido pernoctar en unas Heimas instaladas en el desierto a una distancia y lugar que al no poder precisar nos obliga a seguir el coche casi toda la tarde. Sahl es un gran conocedor del desierto y lo conoce como la palma de su mano pero……. no tiene idea ni de distancias, ni de mapas y ni mucho menos de puntos GPS por lo que preguntarle a que distancia o que nos señalara sobre el mapa a que lugar nos dirigimos es perder el tiempo y precisamente tiempo fue lo que nos falto para terminar la etapa. Lo que más temía sucede, nos cae la noche siguiendo al coche y estamos metidos en arena hasta el cuello. Sin saber a donde nos dirigimos y al ver los continuos rodeos que hace el coche empiezan a entrarme dudas de si realmente nuestro guía se ha perdido y nosotros con él.
Vamos dando tumbos por el cauce de un río serpenteante con fondo arenoso, nuestro avance es tan lento y penoso que incluso temo perder el coche de vista. Mi GS Adventure es tan pesada que para avanzar tengo que llevar el motor tan alto de vueltas que en más de una ocasión pienso que lo voy a gripar.
Adrián tiene que ayudarme en dos ocasiones en que quedo encallado hasta los cilindros y dudo mucho que yo solo hubiera podido sacar la moto. Al llegar finalmente a las Heimas tengo que hacer un gran esfuerzo para no abalanzarme sobre Sahl y destriparlo.
Una vez calmados los ánimos podemos disfrutar del sitio elegido para pasar la noche. Difícil de describir, como en una película, una gran Haima de techo alto y alfombras de mil colores por todas partes, todo ambientado con velas y con un servicio de jóvenes berebere ataviados con sus blancas chilabas y turbantes que nos sirvieron la típica cena a base de Tajin, Cous-Cous y Jarira, para terminar Ahmed y yo nos hicimos un homenaje tomando unos chupitos de Moskoskaya que supieron a gloria.

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